
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN.
Preguntas de comprensión lectora para tu hijo
1. ¿Qué le pasaba a Uga la tortuga? ¿Por qué se metían todos los compañeros del bosque con ella?.
2. ¿Hizo algo Uga para cambiar esta situación?.
3. ¿Que le dijo la trabajadora hormiguita?.
4. ¿Cómo se sentía Uga al comenzar a esforzarse en todo lo que hacía?.
Carrera De Zapatillas.

Había llegado por fin el gran día. Todos los animales del bosque se levantaron temprano porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos reunidos junto al lago.
También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque. Pero era tan presumida que no quería ser amiga de los demás animales.
La jirafa comenzó a burlarse de sus amigos:
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar con ella y le dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos cuando lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y vinieron las hormigas, que rápidamente treparon por sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus marcas, preparados, listos, ¡YA!
Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva amiga que además había aprendido lo que significaba la amistad.
Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos como son.
FIN.
Sara y Lucía, Un Cuento Sobre La Sinceridad.

Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se conocían desde que eran muy pequeñas y compartían siempre todo la una con la otra.
Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se probó una camiseta y le pidió a su amiga Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le quedaba y le aconsejó buscar otro modelo.Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la tienda, dejando allí a su amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga.
No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga sólo había sido sincera con ella y no tenía que molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará sentado.
FIN.
Santilín. Cuentos infantiles con valores.

Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso. Todos lo quieren mucho, y sus amiguitos disfrutan jugando con él porque es muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito. Después de la merienda se reúnen y emprenden una larga caminata charlando y saludando a las mariposas que revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata de enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el césped, sin destruir lo hermoso que la naturaleza nos regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y enseguida invitó a jugar al puercoespín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando, advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El purcoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron afligidos, menos Santilin, que estaba seguro de encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas para que no los pinchara y así pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda y cantaron felices.
FIN.
El niños y los clavos, un cuento sobre los berrinches de los niños.

Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar.
Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.
Preguntas para saber si tu hijo comprendió el cuento.
Descubre si tu hijo entendió el significado del cuento. Puedes ayudarle a mejorar la comprensión lectora con preguntas como estas:
1. ¿Cómo era el niño del cuento? ¿Qué problema tenía?.
2. ¿Qué le pidió su pare que hiciera cada vez que estuviera enfadado?.
3. ¿Qué tuvo que hacer el niño cuando al fin consiguió controlar su carácter?.
4. ¿Cómo quedó la madera donde estaban los clavos?.
Fábulas.
El León Y El Ratón.

Después de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un árbol. Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se atrevieron a salir de su madriguera y se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más travieso tuvo la ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo despertó. Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida, el león atrapó al ratón entre sus garras y dijo dando un rugido:
-¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy a comerte para que aprendáis la lección!-
El ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando:
- Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas te estaré eternamente agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún día me necesites –
- ¡Ja, ja, ja! – se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué forma va a ayudarme? ¡No me hagas reír!.
Pero el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su tamaño y su valentía, le dejó marchar.
Unos días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó unos terribles rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles.
Rápidamente corrió hacia lugar de donde provenía el sonido, y se encontró allí al león, que había quedado atrapado en una robusta red. El ratón, decidido a pagar su deuda, le dijo:
- No te preocupes, yo te salvaré.
Y el león, sin pensarlo le contestó:
- Pero cómo, si eres tan pequeño para tanto esfuerzo.
El ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el león, y el león pudo salvarse. El ratón le dijo:
- Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.
El león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este día, los dos fueron amigos para siempre.
MORALEJA:
- Ningún acto de bondad queda sin recompensa.
- No conviene desdeñar la amistad de los humildes.
La Lechera.

La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros:
- Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos.
Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.
Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un instante.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro,
mira que ni el presente está seguro.
Las Ranitas Y El tronco Tallado.

Una familia de ranitas que vivía en un lago, sentía mucho temor por un tronco tallado que se veía desde la orilla. Estas ranitas amaban las fiestas y la diversión, pero sentían gran respeto por el tronco, así que en muchas oportunidades trataban de no hacer tanto ruido para no molestar al tronco.
Seguramente este personaje al que tanto le temían, era un monumento de alguna tribu que ya no habitaba en el lugar, pero como no se animaban a acercarse para ver bien de que se trataba, solo podían divisar un rostro serio y que inspiraba mucha autoridad.
Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayo al lago y en ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco tallado que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que habían pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus zambullidas en el lago.
Moraleja: Lo que por ignorancia atemoriza, a veces es sólo digno de risa.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.
La Cigarra Y La Hormiga.

La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores desprendían su aroma...y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos.
- ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.
- Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta holgazanería – le respondía la hormiga, mientras transportaba el grano, atareada.
La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.
Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de nieve, mientras la cigarra vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.
- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.
La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.
- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para allá?
- Cantaba y cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.
- ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno-
Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.
Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar el tiempo.
FIN.
El Niño Y Los Dulces.

Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano con los dulces-.
Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.
Poemas.
Rimas.
Leyendas.






El Elefante Y La lluvia, Leyenda Africana Sobre El Valor Del Agua.
Cuenta la leyenda, que hace mucho pero que muchos años, un elefante dijo a la lluvia:
- Debes de estar muy contenta. Gracias a ti la tierra es verde y tiene árboles y flores. ¿Pero qué pasaría si de pronto comenzara a arrancar todas las plantas?
La lluvia se extrañó, luego se enfureció. Y advirtió al elefante de que dejaría de mandar agua a la Tierra si estropeaba todas las plantas.
Pero el elefante, además de curioso, era muy arrogante, y decidió pisotear la hierba, las flores y las plantas. Derribó los árboles y dejó la tierra desolada.
La lluvia entonces dejó de enviar agua, ya tierra comenzó a secarse.
El elefante comenzó a tener sed. No encontraba agua para beber. El elefante estaba tan sediento, que habló con el gallo. Le pidió que fuera a hablar con la lluvia y le pidiera agua.
La lluvia se conmovió al ver llegar al gallo y mandó agua. Consiguió formar un charco delante de la casa del elefante. El elefante entonces decidió que el charco era sólo suyo y no iba a dejar beber de él a ningún animal. Dejó al gallo de guardián para que nadie se acercara.
Llegaron muchos animales sedientos, pero el gallo les dijo que no podían beber, porque el charco era del elefante y no quería compartirlo. Pero el león se rebeló y dijo que bebería de igual manera. El gallo, que le tenía miedo, se apartó. Y en vista de que el león bebía del charco, los demás animales decidieron hacer los mismo.
Cuando volvió el elefante, el charco ya no tenía casi agua. Pero lejos de enfadarse, y al escuchar al gallo contar lo sucedido, se dio cuenta de lo sedientos que estaban todos los animales y de lo egoísta que él había sido. Estaba muy arrepentido.
La lluvia, que le escuchó llorar, comprendió de que al fin el elefante había aprendido la lección, y volvió a llevar agua a la tierra. Brotaron plantas, árboles y hierba.
Desde entonces todos los animales saben que deben cuidar las plantas y que el agua es un bien común y muy preciado que deben compartir.
cortos para educar a tus hijos. Son hermosas historias que explican muy bien qué significan conceptos como el egoísmo, la envidia o el engaño.

Cuenta la leyenda, que hace mucho pero que muchos años, un elefante dijo a la lluvia:
- Debes de estar muy contenta. Gracias a ti la tierra es verde y tiene árboles y flores. ¿Pero qué pasaría si de pronto comenzara a arrancar todas las plantas?
La lluvia se extrañó, luego se enfureció. Y advirtió al elefante de que dejaría de mandar agua a la Tierra si estropeaba todas las plantas.
Pero el elefante, además de curioso, era muy arrogante, y decidió pisotear la hierba, las flores y las plantas. Derribó los árboles y dejó la tierra desolada.
La lluvia entonces dejó de enviar agua, ya tierra comenzó a secarse.
El elefante comenzó a tener sed. No encontraba agua para beber. El elefante estaba tan sediento, que habló con el gallo. Le pidió que fuera a hablar con la lluvia y le pidiera agua.
La lluvia se conmovió al ver llegar al gallo y mandó agua. Consiguió formar un charco delante de la casa del elefante. El elefante entonces decidió que el charco era sólo suyo y no iba a dejar beber de él a ningún animal. Dejó al gallo de guardián para que nadie se acercara.
Llegaron muchos animales sedientos, pero el gallo les dijo que no podían beber, porque el charco era del elefante y no quería compartirlo. Pero el león se rebeló y dijo que bebería de igual manera. El gallo, que le tenía miedo, se apartó. Y en vista de que el león bebía del charco, los demás animales decidieron hacer los mismo.
Cuando volvió el elefante, el charco ya no tenía casi agua. Pero lejos de enfadarse, y al escuchar al gallo contar lo sucedido, se dio cuenta de lo sedientos que estaban todos los animales y de lo egoísta que él había sido. Estaba muy arrepentido.
La lluvia, que le escuchó llorar, comprendió de que al fin el elefante había aprendido la lección, y volvió a llevar agua a la tierra. Brotaron plantas, árboles y hierba.
Desde entonces todos los animales saben que deben cuidar las plantas y que el agua es un bien común y muy preciado que deben compartir.
cortos para educar a tus hijos. Son hermosas historias que explican muy bien qué significan conceptos como el egoísmo, la envidia o el engaño.
La Hiena Y La Liebre.
Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, en la sabana vivían una hiena y una liebre que eran muy buenos amigos. Pero la hiena engañaba a la liebre y cada vez que la liebre conseguía pescar un pez grande, era la hiena quien se lo comía. Para conseguirlo, la hiena inventaba juegos trucados y acordaba con la liebre que se comería el pez quien ganara. Siempre ganaba ella. Siempre hacía trampas.
Pero la liebre se cansó. y un día, la liebre pescó un gran pez y le advirtió a la hiena:
- ¡Hoy es mi día! ¡Hoy me comeré yo solo este gran pez!
Pero la hiena le contestó:
- No lo hagas, liebre, este pez es demasiado grande para un estómago tan pequeño. Se estropeará antes de que puedas comértelo todo.
- Vaya, es cierto- dijo la liebre- Pero no importa: lo pondré a las brasas por la noche en trozos pequeños para conservarlo. ¡Estará muy rico!
La hiena se moría de la envidia. No podía dejar de pensar en el pescado de la liebre. ¡Tenía que conseguirlo! ¡Tenía que comérselo ella! Así que pensó un plan para satisfacer su egoísmo.
Llegó la noche, y la hiena cruzó el río, con cuidado de no hacer ruido. Se acercó hasta donde dormía la liebre. A su lado podía ver la parrilla con trozos pequeños de pescado. ¡Olía fenomenal La hiena se relamía de gusto, y se reía de la liebre. Se imaginaba la sorpresa que se llevaría al despertar y ver que le habían robado el pescado.
Pero lo que la hiena no sabía, es que la liebre en realidad se hacía la dormida, pero estaba despierta y muy atenta a lo que la hiena hacía. Y cuando la hiena agarró el primer trozo de pescado, la liebre se levantó rápidamente, agarró la parrilla que estaba encima del fuego y corriendo tras la hiena le azotó con ella, mientras la hiena aullaba de dolor, de ira y de rabia.
La hiena acabó con todo el cuerpo marcado con las barras de la parrilla y desde entonces muchas hienas tienen la piel rayada y odian a las liebres.
Por qué La Piel Del Cocodrilo Es Rugosa.

Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, en la sabana vivían una hiena y una liebre que eran muy buenos amigos. Pero la hiena engañaba a la liebre y cada vez que la liebre conseguía pescar un pez grande, era la hiena quien se lo comía. Para conseguirlo, la hiena inventaba juegos trucados y acordaba con la liebre que se comería el pez quien ganara. Siempre ganaba ella. Siempre hacía trampas.
Pero la liebre se cansó. y un día, la liebre pescó un gran pez y le advirtió a la hiena:
- ¡Hoy es mi día! ¡Hoy me comeré yo solo este gran pez!
Pero la hiena le contestó:
- No lo hagas, liebre, este pez es demasiado grande para un estómago tan pequeño. Se estropeará antes de que puedas comértelo todo.
- Vaya, es cierto- dijo la liebre- Pero no importa: lo pondré a las brasas por la noche en trozos pequeños para conservarlo. ¡Estará muy rico!
La hiena se moría de la envidia. No podía dejar de pensar en el pescado de la liebre. ¡Tenía que conseguirlo! ¡Tenía que comérselo ella! Así que pensó un plan para satisfacer su egoísmo.
Llegó la noche, y la hiena cruzó el río, con cuidado de no hacer ruido. Se acercó hasta donde dormía la liebre. A su lado podía ver la parrilla con trozos pequeños de pescado. ¡Olía fenomenal La hiena se relamía de gusto, y se reía de la liebre. Se imaginaba la sorpresa que se llevaría al despertar y ver que le habían robado el pescado.
Pero lo que la hiena no sabía, es que la liebre en realidad se hacía la dormida, pero estaba despierta y muy atenta a lo que la hiena hacía. Y cuando la hiena agarró el primer trozo de pescado, la liebre se levantó rápidamente, agarró la parrilla que estaba encima del fuego y corriendo tras la hiena le azotó con ella, mientras la hiena aullaba de dolor, de ira y de rabia.
La hiena acabó con todo el cuerpo marcado con las barras de la parrilla y desde entonces muchas hienas tienen la piel rayada y odian a las liebres.
Por qué La Piel Del Cocodrilo Es Rugosa.
Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, los cocodrilos tenían la piel lisa y dorada. Tan lisa y dorada, que parecía de oro. Y dicen también, que los cocodrilos se pasaban el día debajo del agua. A los cocodrilos les encantaban las aguas llenas de barro y sólo salían de allí durante la noche.
Cuenta la leyenda que cada vez que los cocodrilos salían de su agua embarrada, la luna se reflejaba en su piel lisa y brillante, y todos los animales que iban a esa hora a beber agua al pantano, se quedaban boquiabiertos, admirando la hermosa y resplandeciente piel dorada de los cocodrilos.
Los cocodrilos, orgullosos por este efecto que causaba su piel, decidieron salir del agua durante el día. Así podrían presumir de su piel bajo los rayos del sol. De esta forma, los animales del lugar comenzaron a ir a beber agua no sólo por la noche, sino también durante el día, porque no querían dejar de admirar la maravillosa piel de los cocodrilos.
Pero sucedió que el sol, fuerte y brillante, comenzó a secar la piel de los cocodrilos. Y como además su piel tenía una capa de barro, cada día se ponía más y más fea.
Al ver este cambio en la piel de los cocodrilos, los demás animales comenzaron a dejar de admirarles. Según pasaban los días, los cocodrilos tenían la piel más y más cuarteada, y los animales dejaron de ir al pantano para contemplarla.
Con el tiempo, los cocodrilos tenían la piel tan estropeada que se quedaron con ella como la tienen ahora, llena de escamas pardas y duras. Los demás animales, claro, dejaron de ir a beber durante el día. Y los cocodrilos dejaron de causar admiración.
Los cocodrilos nunca se recuperaron de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se esconden rápidamente en el agua. Asoman sólo ojos y nariz
.

Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, los cocodrilos tenían la piel lisa y dorada. Tan lisa y dorada, que parecía de oro. Y dicen también, que los cocodrilos se pasaban el día debajo del agua. A los cocodrilos les encantaban las aguas llenas de barro y sólo salían de allí durante la noche.
Cuenta la leyenda que cada vez que los cocodrilos salían de su agua embarrada, la luna se reflejaba en su piel lisa y brillante, y todos los animales que iban a esa hora a beber agua al pantano, se quedaban boquiabiertos, admirando la hermosa y resplandeciente piel dorada de los cocodrilos.
Los cocodrilos, orgullosos por este efecto que causaba su piel, decidieron salir del agua durante el día. Así podrían presumir de su piel bajo los rayos del sol. De esta forma, los animales del lugar comenzaron a ir a beber agua no sólo por la noche, sino también durante el día, porque no querían dejar de admirar la maravillosa piel de los cocodrilos.
Pero sucedió que el sol, fuerte y brillante, comenzó a secar la piel de los cocodrilos. Y como además su piel tenía una capa de barro, cada día se ponía más y más fea.
Al ver este cambio en la piel de los cocodrilos, los demás animales comenzaron a dejar de admirarles. Según pasaban los días, los cocodrilos tenían la piel más y más cuarteada, y los animales dejaron de ir al pantano para contemplarla.
Con el tiempo, los cocodrilos tenían la piel tan estropeada que se quedaron con ella como la tienen ahora, llena de escamas pardas y duras. Los demás animales, claro, dejaron de ir a beber durante el día. Y los cocodrilos dejaron de causar admiración.
Los cocodrilos nunca se recuperaron de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se esconden rápidamente en el agua. Asoman sólo ojos y nariz
.
Las Manchas Del Guepardo.
Existe una leyenda africana que cuenta cómo el guepardo consiguió sus características manchas conocidas como 'manchas de lágrima', ya que estas manchas parecen derramarse desde sus ojos. La leyenda cuenta que una mamá guepardo, creyendo que sus cachorros habían sido robados por un cazador sin escrúpulos, decidió abandonar la presa que acababa de conseguir para buscarlos.
La mamá guepardo les buscó y les buscó. Mientras tanto, el cazador robó la presa que el guepardo había cazado con gran esfuerzo. Al llegar, descubrió que se habían quedado sin comida. Además, sus cachorros seguían sin aparecer. Tanto lloró el guepardo, que sus lágrimas fueron creando manchas en su piel.
Pero al final, después de tanto llorar, los cachorros fueron recuperados y más adelante el guepardo se enteró de que el cazador fue castigado por otros humanos por sus malas artes robando y aprovechándose de los demás.
Las lágrimas del guepardo se convirtieron en un recordatorio de que las sagradas tradiciones de la caza deben prevalecer, convirtiendo al guepardo en un símbolo de honor y respeto.
El Zorro Y El Camello.

Existe una leyenda africana que cuenta cómo el guepardo consiguió sus características manchas conocidas como 'manchas de lágrima', ya que estas manchas parecen derramarse desde sus ojos. La leyenda cuenta que una mamá guepardo, creyendo que sus cachorros habían sido robados por un cazador sin escrúpulos, decidió abandonar la presa que acababa de conseguir para buscarlos.
La mamá guepardo les buscó y les buscó. Mientras tanto, el cazador robó la presa que el guepardo había cazado con gran esfuerzo. Al llegar, descubrió que se habían quedado sin comida. Además, sus cachorros seguían sin aparecer. Tanto lloró el guepardo, que sus lágrimas fueron creando manchas en su piel.
Pero al final, después de tanto llorar, los cachorros fueron recuperados y más adelante el guepardo se enteró de que el cazador fue castigado por otros humanos por sus malas artes robando y aprovechándose de los demás.
Las lágrimas del guepardo se convirtieron en un recordatorio de que las sagradas tradiciones de la caza deben prevalecer, convirtiendo al guepardo en un símbolo de honor y respeto.
El Zorro Y El Camello.
Awan era un zorro muy listo al que le encantaban las lagartijas. Ya se había comido todas las de un lado del río pero sabía que al otro lado había muchísimas lagartijas. El problema es que Awan no sabía nadar. Después de pensar mucho encontró la solución. Fue a su amigo Zorol, que era un camello, y le dijo:
- “Hola Zorol, sé dónde hay un campo enorme, y como sé que la cebada te vuelve loco, quería enseñarte el camino si me llevas encima”
- “Vamos, sube” - Contestó Zorol sin pensarlo dos veces.
Awan se subió encima de Zorol y se pusieron en marcha. Awan le indicó que cruzara el río para llegar al campo lleno de cebada. Tan pronto cruzaron a la otra parte, Awan le mostró el campo a su amigo y se fue corriendo a buscar lagartijas. Como el cuerpo de Awan era pequeño al poco tiempo ya estaba satisfecho de comer lagartijas. Fue corriendo al campo donde estaba Zorol y se puso a correr y a gritar como un loco.
Los dueños del campo, que tenían su casa allí cerca, oyeron los gritos del zorro. Alarmados, tomaron piedras y palos y fueron en busca del zorro. Al llegar al campo descubrieron a Zorol, el camello, que disfrutaba tranquilamente de la cebada. Le dieron una paliza tremenda y pensando que estaba muerto se fueron.
Awan regresó y cuando vio a Zorol en el suelo dijo:
- “Eh, Zorol, se está haciendo de noche, vamos a casa”
Zorol contestó:
- “¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué has gritado como un loco? Casi me matan por tu culpa“.
- “Es que tengo la costumbre de correr y gritar después de comer lagartijas” - Contestó Awan.
- “¿Es eso? Muy bien vamos a casa”- dijo Zorol.
Awan subió de nuevo al dolorido cuerpo del camello. Zorol se metió en el río y comenzó a cruzar. Cuando estaba en el medio del río Zorol se puso a bailar. Awan, presa del pánico grito:
- “¿Qué haces Zorol?, ¡No hagas eso, no se nadar!”
- “Es que tengo costumbre de bailar después de comer cebada” - contestó Zorol.
Awan cayó al agua y se lo llevó la corriente. Zorol cruzó el río sin problemas. De esta forma el zorro recibió un buen escarmiento.

Awan era un zorro muy listo al que le encantaban las lagartijas. Ya se había comido todas las de un lado del río pero sabía que al otro lado había muchísimas lagartijas. El problema es que Awan no sabía nadar. Después de pensar mucho encontró la solución. Fue a su amigo Zorol, que era un camello, y le dijo:
- “Hola Zorol, sé dónde hay un campo enorme, y como sé que la cebada te vuelve loco, quería enseñarte el camino si me llevas encima”
- “Vamos, sube” - Contestó Zorol sin pensarlo dos veces.
Awan se subió encima de Zorol y se pusieron en marcha. Awan le indicó que cruzara el río para llegar al campo lleno de cebada. Tan pronto cruzaron a la otra parte, Awan le mostró el campo a su amigo y se fue corriendo a buscar lagartijas. Como el cuerpo de Awan era pequeño al poco tiempo ya estaba satisfecho de comer lagartijas. Fue corriendo al campo donde estaba Zorol y se puso a correr y a gritar como un loco.
Los dueños del campo, que tenían su casa allí cerca, oyeron los gritos del zorro. Alarmados, tomaron piedras y palos y fueron en busca del zorro. Al llegar al campo descubrieron a Zorol, el camello, que disfrutaba tranquilamente de la cebada. Le dieron una paliza tremenda y pensando que estaba muerto se fueron.
Awan regresó y cuando vio a Zorol en el suelo dijo:
- “Eh, Zorol, se está haciendo de noche, vamos a casa”
Zorol contestó:
- “¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué has gritado como un loco? Casi me matan por tu culpa“.
- “Es que tengo la costumbre de correr y gritar después de comer lagartijas” - Contestó Awan.
- “¿Es eso? Muy bien vamos a casa”- dijo Zorol.
Awan subió de nuevo al dolorido cuerpo del camello. Zorol se metió en el río y comenzó a cruzar. Cuando estaba en el medio del río Zorol se puso a bailar. Awan, presa del pánico grito:
- “¿Qué haces Zorol?, ¡No hagas eso, no se nadar!”
- “Es que tengo costumbre de bailar después de comer cebada” - contestó Zorol.
Awan cayó al agua y se lo llevó la corriente. Zorol cruzó el río sin problemas. De esta forma el zorro recibió un buen escarmiento.